El objetivo de la adquisición de terrenos rústicos para la implantación de una granja agronómica en la Universidad Laboral era doble:

• dotar a la Institución de un respaldo económico a través de bienes inmuebles y de industrias montadas sobre su explotación, potenciando la investigación en agricultura y ganadería.
• proporcionar a los 1000 educandos y 200 educadores previstos el sustento necesario sobre el propio terreno.

El 1 de abril de 1948 se iniciaron las obras de la granja que junto a los Talleres de la Universidad Laboral habrían de constituirse en elementos fundamentales para la capacitación profesional de los alumnos según sus vocaciones.

El proyecto fue encargado al arquitecto Pedro Rodríguez y Alonso de la Puente y al ingeniero agrónomo Gabino Figar Álvarez. La granja agronómica nunca llego a funcionar de una manera plena.

A partir de 1972, el complejo reacondicionado, acogió al Instituto de Ciencias Sociales del Trabajo (INTRA) y al Instituto de Técnicas Educativas (ITE), tanto en lo que se refiere a las instalaciones docentes como a las residenciales. En la actualidad se han sectorizado las dependencias para adecuarlas a nuevos usos, conviviendo instalaciones como el Centro Asociado de la UNED  de Asturias, la Escuela de Trabajo Social y distintos espacios y viveros empresariales vinculados al Parque Científico-Tecnológico de Gijón, dentro de la denominada Milla del Conocimiento.

El llamado Edificio E del INTRA consta de tres pabellones con disposición simétrica en peine. Dos de ellos, el central y el situado más al sur están ocupados por la UNED. El pabellón más occidental y parte de la planta baja del ala que conecta con el central es sobre el que se desarrolla el Proyecto.

Los pabellones, de dos plantas, tienen una longitud de 82m. y un ancho de 12,50m divididos en dos partes: la que se vinculaba al vial porticado de acceso con mayor altura y uso administrativo/docente y el resto del nave, con una longitud de 70m y sección constante para uso ganadero, donde las cuadras se situarían en planta baja y el almacenamiento bajo el espacio de la bóveda.

La composición de fachadas responde a la arquitectura vernácula asturiana combinando grandes aleros y tornapuntas con balconadas de madera torneada.

La construcción de los pabellones se apoya en muros de carga de mampostería y cubierta a dos aguas sobre una bóveda de cañón resuelta con 3 roscas de rasilla cerámica. Para contrarrestar los empujes laterales de las bóvedas se emplearon dos soluciones:

• Un forjado intermedio, atando ambos muros, compuesto por vigas de hormigón armado situadas cada 4m y entrevigado formado por una fina losa armada inferior sobre la que apoya una bóvedilla de rasilla y relleno de escoria como base de otra losa soporte del pavimento de la planta alta.

• Tirantes metálicos entre los muros para aquellas zonas donde la bóveda de cubierta arranca en una cota superior a la del forjado intermedio.

El programa funcional de la rehabilitación planteaba la necesidad de dotar al edificio de espacios administrativos de capacidad variable para la implantación de empresas. Se optó por modular la planta baja en 4 recintos para adaptarse a distintos requerimientos y por liberar de divisiones la planta alta para poner en valor la original estructura de la bóveda. La sección de la misma se despeja de instalaciones de climatización/ventilación acometiendo las conducciones por el techo y el suelo de la planta baja.

Para mejorar las condiciones de iluminación natural de la bóveda se proyecta la apertura de una serie de casetones acabados en chapa de zinc manifestando la alteración de la composición original.

Los espacios comunes de recepción, aseos, comedor, etc. se desarrollan dentro del volumen vinculado al acceso principal.

Finalmente como remate de la nave se ocultan tras una “empalizada de madera” los equipos de climatización y un nuevo núcleo de comunicación vertical que facilita un uso más versátil de las instalaciones.